José Pérez Veloz.- (*)
El homo sapiens al desarrollar su cerebro, comienza a pensar y a descubrir el contexto que lo rodea, conociéndolo y conociéndose, empoderándose de su propio pensamiento definido por Aristóteles como “animal racional”, cuya potencialidad específica de la especie humana, facultad donada por DIOS, creador del universo y de todas las cosas. Por tanto concibió a éste ser especial privilegiado de inteligencia, que le ha permitido descubrir los fenómenos que están encriptados en la naturaleza y en su propia esencia, desde lo micro cósmico hasta lo macro cósmico, con esta capacidad exclusiva denominada razón, con la cual ha incursionado en el planeta a lo largo de su proceso evolutivo para vivir en el mundo y con el mundo, creando la ciencia y su hija predilecta: la tecnología, cuyo producto fundamental es la cultura, emergida de su quehacer descubridor innovante.
Este proceso racionalista – pragmático, ha impulsado a la humanidad hacia lo que conocemos en la actualidad como revolución microelectrónica, desde la educación utilitarista, lo cual ha permitido el desarrollo de un elevadísimo avance científico-técnico, para el hacer y el tener, por encima del ser y existir. De allí, el notorio desequilibrio por las profundas desigualdades sociales, producto de la infravaloración de la propia especie humana. Es por ello, que el contexto universal demanda una educación con la mirada hacia sí mismo, un tanto orientada al pensamiento socrático, que aunado a la filosofía religiosa, específicamente el cristianismo (sin excluir las otras creencias y sus principios), para rectificar y retomar el camino humanizante, respetándose mutuamente sus valores socioculturales de cada nacionalidad y regiones planetarias.
En este contexto, la humanidad demanda educar la racionalidad instrumental, para el hacer desde sus potencialidades creativas y educar la racionalidad sensible, en ser mejores personas en la convivencia social, sostenidos en la ética y la moral como fuerzas mediadoras entre la razón y la pasión, que permita desprender la cortina de la opacidad, tendida por la ambición del dinero y el poder político a nivel planetario, lo cual bloquea la posibilidad y oportunidad de tener la humanidad feliz, producto del uso adecuado de la poderosa herramienta con la cual DIOS nos dotó, como es el lenguaje para comunicarnos y entendernos, en este hogar común llamado tierra.
América Latina con fortalezas comunes, que nos identifican socioculturalmente, nos demanda de un liderazgo que comprenda su rol histórico en los diversos escenarios: político, científicos, tecnológicos, culturales y económicos, que propicien un proyecto común que garantice a las futuras generaciones, una sociedad estable producto del trabajo transformador de los inmensos recursos naturales, en beneficio de la sociedad en su conjunto, donde se conjuguen la propiedad privada generadora de capital y el trabajo como fuerza incubadora de calidad de vida y felicidad social con la educación de la razón: Instrumental y sensible en armonía-hombre naturaleza con oportunidades para que todas las personas puedan accesar a su formación, acorde con sus potencialidades naturales y la vocación que permita el desempeño meritocrático laboral
¡QUE LA LUZ DE LA NAVIDAD ILUMINE LA RAZÓN DE LOS VENEZOLANOS ESTE AÑO 2021…!
Dr. José Pérez Veloz
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